sábado, 5 de marzo de 2011

Risto convierte unos grandes almacenes en el Paraíso en su primera novela

El publicista Risto Mejide se ha atrevido con la literatura de ficción con Que la muerte te acompañe una novela que relata la vida y, sobre todo, la muerte de Toscano, un cajero de supermercado que debe conseguir abrir las Puertas del Cielo, unos grandes almacenes, para recuperar a su amada, Paula.

Un Paraíso que es un Corte Inglés de siete plantas, cajas registradoras que evalúan tu coraje o incoherencia según el caso y publicistas agentes de almas entrenados para facilitarte el acceso al Cielo componen la peculiar mitología de esta novela con tintes autobiográficos cargada de ironía.

"No llevo tanto tiempo escribiendo como para no tener que tirar de autobiografía", ha explicado Risto Mejide que presentaba hoy este libro que llega el viernes a los estantes de las librerías repleto de referencias al mundo de la publicidad.

Para Risto, la incursión en la literatura de no ficción ha sido una "evolución natural" derivada de sus dos primeros trabajos literarios, El pensamiento negativo y El sentimiento negativo, que alternaban su particular filosofía de vida con episodios de su propia experiencia profesional.

El resultado es una novela de poco más de 200 páginas, fácil de leer y llena de optimismo. "He escrito la novela que me gustaría leer", afirma un Risto que se "aburre" con largas descripciones y, quizá por deformación profesional, trata de condensar las frases al máximo.
Portada del Libro. Espasa.

Precisamente de su profesión deriva su particular visión de la vida en la que las cajas registradoras son una suerte de "confesionarios" ante los que es imposible mentir.

De la verdad que se esconde tras lo que la gente compra sabe mucho Toscano, un observador cajero de supermercado que asiste atónito a su propia muerte.

Toscano es conducido por su agente publicitario a las puertas del Paraíso, El Corte Inglés, donde tendrá que conseguir pasar de nivel hasta la última planta.

Allí le espera el "Presi", Dios, el único que puede hacer realidad su deseo de declarar su amor a Paula, una clienta habitual de su supermercado cuya vida conoce a través de sus compras.

A Toscano la vida le ha dado muchos limones, una fortuna que comparte con Risto, que hasta lo agradece: "Es necesario para tener algo que contar. Es imposible escribir cuando uno es muy feliz porque entonces, lo que hay que hacer es vivir la vida".

Risto escribe por su propia infelicidad, "por necesidad", y porque dice "es lo mejor" que sabe hacer. Sin embargo, empapa de optimismo las páginas de su libro en el que vuelca sus propios fracasos, sentimentales y vitales, al tiempo que narra las aventuras de un protagonista dispuesto a todo por amor.

"Es un canto a la intuición frente a la razón. Toscano y Paula no se conocen, pero es así como empiezan todas las historias de amor, con dos personas que no se conocen, pero que sienten cierta atracción", relata el autor.

Como viene siendo habitual en sus libros, "es el sello de la casa", la numeración de las páginas va de atrás adelante "por una cuestión práctica, porque me preocupa más lo que me queda que lo que llevo y, de este modo, a la gente que no sabe ni sumar ni restar como yo, nos facilita las cosas. Debería haberlo patentado".

Según Risto, la publicidad lo impregna todo "y más ahora que con la gran revolución 2.0 se ha democratizado y cualquiera es capaz de gestionar su propia reputación, para bien o para mal, desde Facebook o Twitter".

Sin embargo, cree que a su libro no le hacen faltan eslóganes ni campañas publicitarias porque, afirma, "la mejor campaña de este libro es lo que he escrito dentro. Cualquier cosa que diga ahora solo lo empeoraría".

Mañana llega a las librerías Que la muerte te acompañe, una historia de amor plagada de referencias a la cultura popular -con un cameo de Patrick Swayze y canciones de Nina Simone o Def Leppard en el hilo musical del Paraíso-, que resulta tan entretenida como ristoniana

viernes, 4 de marzo de 2011

Street Fighter II: 20 años del juego que revolucionó la lucha en las consolas

Hace 20 años el Street Fighter II revolucionaba el mundo de los videojuegos de lucha con una fórmula que todavía hoy se sigue copiando, basada en personajes con historias propias, combates con límite de tiempo y una serie de movimientos especiales que solo se aprendían con la experiencia.

Street Fighter II: The World Warrior llegó a las máquinas recreativas japonesas en marzo de 1991 con el objetivo de retomar el intento de la desarrolladora Capcom por lanzarse al hasta entonces inexplorado universo de los videojuegos de lucha donde la acción está por encima de la estrategia.

Cinco años después de la primera entrega de la serie, los diseñadores Akira Yasuda y Akira Nishitani ultimaban los detalles de este videojuego en el que, por primera vez, los luchadores tenían una historia propia y una motivación para batirse en combate.

Ryu, japonés especialista en artes marciales, y su compañero de escuela de origen estadounidense, Ken, encabezan un listado de ocho personajes de distintas nacionalidades en el que se incluyó por primera vez una mujer, Chun-Li.

Buenos o malos, lo importante a la hora de seleccionar un personaje con el que combatir son sus habilidades como luchador que dependen, y mucho, de la propia habilidad del jugador.

Cada personaje cuenta con una serie de movimientos "especiales" que sólo se pueden utilizar en todo su potencial cuando se ha alcanzado una experiencia suficiente con el juego.

Para el director de la revista especializada Hobby Consolas, Manuel del Campo, la posibilidad de poder realizar combos y golpes muy concretos con diferentes grados de dificultad fue una de las claves del éxito del Street Fighter II.

"Divierte igualmente a los jugadores menos hábiles y a los más expertos", afirma Del Campo, "la esencia (del Street Fighter II) se ha mantenido en las nuevas versiones y eso dice mucho del juego: las mismas propuestas siguen resultando igualmente divertidas 20 años después".

Los combates cronometrados, las peleas en las que gana el mejor de tres rondas y la última fase en la que hay que derrotar a los "cuatro jefes finales" son algunas de las revolucionarias características de este videojuego cuya estela siguieron poco después un sinfín de títulos como Mortal Kombat, Final Fight o Tekken.

"Quizá el Tekken, en sus últimas versiones, ha sido el único en superar al Street Fighter con una enorme variedad de golpes y técnicas más profundas. Es espectacular ver los movimientos que puede llegar a hacer la gente", declara Del Campo.

La gran creación de Capcom supuso un antes y un después también en términos de jugabilidad al poner a disposición de los jugadores seis botones y un joystick con ocho movimientos para manejar a los personajes, con una precisión nunca vista hasta la fecha, adelante y atrás y a izquierda y derecha, un esquema en dos dimensiones que amenaza con renovarse con la llegada de la Nintendo 3DS.

El juego del que se vendieron más de seis millones de copias para la clásica Super Nintendo se ha adaptado a una veintena de plataformas, entre ellas, iPhone 4, un terminal que traslada el esquema de las recreativas con el establecimiento de un pago por partida y que ejemplifica el nuevo abanico de posibilidades que se abre con los teléfonos inteligentes y la generalización de las pantallas táctiles.

Street Fighter: La última batalla trasladó la saga a la gran pantalla en 1994 con Jean-Claude Van Damme como gancho. Muy criticada por los seguidores de la saga de Capcom, fue un éxito de taquilla y consiguió recaudar tres veces su precio de producción.

Junto a esta cinta, una adaptación de animación japonesa y la reciente Street Fighter: La leyenda de Chun-Li, cómics, figuras de los personajes, juguetes y todo tipo de objetos han contribuido a extender la leyenda de un videojuego que continúa haciendo historia y demostrando su vigencia como fenómeno de masas con sucesivas secuelas, versiones y crossovers.