domingo, 25 de marzo de 2012

El blog se convierte en obra, un "cambio de paradigma" para Fernández Mallo

Físico de formación, ecléctico artista de profesión y autor del blog "El hombre que salió de la tarta" en sus ratos libres, Agustín Fernández Mallo ha experimentado un "cambio de paradigma" desde que se dio cuenta de que algunas de sus publicaciones en la red eran "obras" en sí mismas.

Más o menos cada dos días, Fernández Mallo (La Coruña, 1967) actualiza ese blog que comenzó a escribir como "laboratorio de ideas" para ir desarrollando y que le ha hecho descubrir que muchas de las cosas que publica en él ya puede considerarlas "obra", algo que siente como "un cambio de paradigma, de mentalidad".

"No solo es obra lo que haces en papel cuando publicas un libro, sino que algo que está ya en internet, que has hecho un día sin intención de que fuera obra, de repente lo es. Y eso para mí ha sido un cambio importante", ha explicado con motivo del encuentro iRedes de Burgos.

El autor de la trilogía "Nocilla" cuenta cómo internet se ha incorporado a su "paisaje natural" de ideas, pero "no de forma premeditada", sino igual que le sirven como fuente de inspiración "lo que pasa en la calle, lo que llamamos el mundo físico o el mundo virtual de los libros, más clásico".

Considerado como uno de los grandes exponentes de la ola de escritores españoles llamada "generación mutante", Fernández Mallo es asiduo de internet, pero no de redes sociales como Twitter, en la que se niega a desembarcar, pero donde reconoce el mérito de quienes escriben tuiteos que son "auténticos poemas".

Contactar con otros autores vía e-mail, desarrollar y comentar proyectos de vídeo a la limón con un autor que vive en México o estar al tanto de lo que hacen otros creadores de su generación son algunos de los usos que Fernández Mallo hace de internet.

"La red ha sustituido a las tertulias clásicas literarias, que ya no existen y las que hay quedan como un elemento de nostalgia: donde se cuecen las cosas es efectivamente en internet", opina el escritor.

Acompañado siempre de un ordenador portátil para atender a sus impulsos creativos allá donde se producen, Fernández Mallo confiesa que crea sin una disciplina de trabajo programada porque "si hiciera eso, ya no escribiría, no le resultaría "apasionante".

Para él lo importante es el resultado final y opta por "hacer una vida normal" y, cuando llega una idea "escribir compulsivamente", en cualquier papel que cae en sus manos, desde tickets de compra hasta tarjetas de embarque de avión, sin tener "muy claro" lo que va a hacer, pero consciente de que "existe una atracción por una idea".

"Yo no me organizo y eso me gusta porque hace también que mi trabajo tenga esa apariencia de caótico, pero que no es nada caótico, que tiene una lógica interna que el lector percibe, una lógica mas poética que estricta o cartesiana", comenta.

Fernández Mallo no cuenta mucho de los trabajos que tiene en la recámara, "pero -dice- no porque no quiera, sino porque son proyectos que aún están en mi limbo mental", aunque avanza que está escribiendo mucho sobre "lo que podrán ser novelas y que incluirán imágenes".

El próximo mayo coinciden las publicaciones de su poemario inédito Antibiótico (Editorial Visor) y de la reedición de su primer libro de poemas Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 del Tractatus (Alfaguara), una noticia que le ilusiona porque en 2001, cuando se publicó por primera vez, solo se lanzaron 500 copias de esta obra.

martes, 20 de marzo de 2012

Las tecnologías redecoran el hogar con muebles livianos y espacios despejados

Muebles más livianos para pantallas más finas, elementos naturales para mitigar tanta funcionalidad tecnológica y espacios despejados para disfrutar en familia del ocio digital son claves en el rediseño de los hogares para adaptarse a la progresiva invasión tecnológica.

Los televisores de tubo, que exigían un amplio espacio, han dado paso a pequeñas pantallas que hasta se pueden colgar en la pared; la nueva generación de videoconsolas invitan a moverse y desplazarse para jugar y la acumulación de reproductores de todo tipo, generan una acumulación de cables que piden a gritos una solución estética.

La interiorista Lisa Roberts ha explicado a que la televisión se ha convertido "en el centro de la vida" familiar, lo que hace que "el cuarto de estar pase a ser un salón social en el que se usan muebles más cómodos, como sofás de tipo 'chaise long', y desaparece la mesita central de café para dejar un espacio donde disfrutar de los sistemas de juego que reconocen el movimiento".

Para Roberts, tener en el salón una gran pantalla de televisión ya no es sinónimo de mal gusto porque "las macizas monstruosidades" que presidieron durante décadas los salones, poco a poco van dando paso a pantallas más ligeras.

Pero no necesariamente más pequeñas porque "cuanto mayor sea la pantalla, más gente querrá visitar tu casa" para disfrutar de una sesión de cine o de juegos.

Las firmas tecnológicas son conscientes de que los hogares son cada vez más pequeños y a veces no cuentan con espacio suficiente para grandes pantallas, una situación que Sony ha abordado en colaboración con expertos en diseño de interiores como Roberts.
Lisa Roberts calcula el tamaño idóneo de televisor para un salón. SONY.

El resultado es una herramienta de realidad virtual que permite "visualizar" los distintos formatos de pantalla en el lugar en el que van a estar antes de decidir la compra o la posición definitiva de la televisión.

Colocada en su sitio la tele, hay que abordar el problema de los cables. Dobles panelados tras los muebles para esconderlos, la posibilidad de integrar el cableado de elementos como los altavoces dentro de la pared y el uso del wifi son algunas de las propuestas de Roberts para no romper con la estética del entorno.

Aunque no cree que libros y discos vayan a desaparecer de las estanterías porque "las personas tenemos una naturaleza nostálgica, nos gusta tener nuestras pertenencias a la vista", considera que, "como ha ocurrido como la música", que se han reducido el número de copias, habrá que ver qué pasa con los libros editados en papel.

"No creo que la cada vez mayor presencia de dispositivos tecnológicos en el hogar vaya a significar la desaparición de los elementos decorativos y los objetos personales: simplemente hay que repensar su ubicación ahora que no podemos ponerlos sobre la tele", comenta.

Roberts comparte la opinión de que lo práctico no está reñido con lo decorativo con Cristina Bosch, responsable de proyectos del departamento de decoración de IKEA en España, quien cree que la alta presencia de elementos tecnológicos en el hogar lleva aparejada "una vuelta a la naturaleza: necesitamos elementos orgánicos, plantas, para suavizar la decoración".

Los diseñadores de muebles tienen que actuar "muy rápido para adaptarse a las necesidades que se van generando, como la problemática de los cables" lo que lleva a adaptar diseños como el de los muebles del salón "que ahora son más livianos y estructurales y no necesitan tanta altura", explica Bosch.

Lo que permanece inalterable, según Bosch, es la "parte romántica del mobiliario", porque los muebles, y lo que hay en ellos, "dicen mucho de nosotros".