Físico de formación, ecléctico artista de profesión y autor del blog "El hombre que salió de la tarta" en sus ratos libres, Agustín Fernández Mallo ha
experimentado un "cambio de paradigma" desde que se dio cuenta de que algunas de
sus publicaciones en la red eran "obras" en sí mismas.
Más o menos cada dos
días, Fernández Mallo (La Coruña, 1967) actualiza ese blog que comenzó a
escribir como "laboratorio de ideas" para ir desarrollando y que le ha hecho
descubrir que muchas de las cosas que publica en él ya puede considerarlas
"obra", algo que siente como "un cambio de paradigma, de mentalidad".
"No
solo es obra lo que haces en papel cuando publicas un libro, sino que algo que
está ya en internet, que has hecho un día sin intención de que fuera obra, de
repente lo es. Y eso para mí ha sido un cambio importante", ha explicado con motivo del encuentro iRedes de Burgos.
El autor de la trilogía "Nocilla"
cuenta cómo internet se ha incorporado a su "paisaje natural" de ideas, pero "no
de forma premeditada", sino igual que le sirven como fuente de inspiración "lo
que pasa en la calle, lo que llamamos el mundo físico o el mundo virtual de los
libros, más clásico".
Considerado como uno de los grandes exponentes de la
ola de escritores españoles llamada "generación mutante", Fernández Mallo es
asiduo de internet, pero no de redes sociales como Twitter, en la que se niega a
desembarcar, pero donde reconoce el mérito de quienes escriben tuiteos que son
"auténticos poemas".
Contactar con otros autores vía e-mail, desarrollar y
comentar proyectos de vídeo a la limón con un autor que vive en México o estar
al tanto de lo que hacen otros creadores de su generación son algunos de los
usos que Fernández Mallo hace de internet.
"La red ha sustituido a las
tertulias clásicas literarias, que ya no existen y las que hay quedan como un
elemento de nostalgia: donde se cuecen las cosas es efectivamente en internet",
opina el escritor.
Acompañado siempre de un ordenador portátil para atender
a sus impulsos creativos allá donde se producen, Fernández Mallo confiesa que
crea sin una disciplina de trabajo programada porque "si hiciera eso, ya no
escribiría, no le resultaría "apasionante".
Para él lo importante es el
resultado final y opta por "hacer una vida normal" y, cuando llega una idea
"escribir compulsivamente", en cualquier papel que cae en sus manos, desde
tickets de compra hasta tarjetas de embarque de avión, sin tener "muy claro" lo
que va a hacer, pero consciente de que "existe una atracción por una idea".
"Yo no me organizo y eso me gusta porque hace también que mi trabajo tenga
esa apariencia de caótico, pero que no es nada caótico, que tiene una lógica
interna que el lector percibe, una lógica mas poética que estricta o
cartesiana", comenta.
Fernández Mallo no cuenta mucho de los trabajos que
tiene en la recámara, "pero -dice- no porque no quiera, sino porque son
proyectos que aún están en mi limbo mental", aunque avanza que está escribiendo
mucho sobre "lo que podrán ser novelas y que incluirán imágenes".
El próximo
mayo coinciden las publicaciones de su poemario inédito Antibiótico (Editorial
Visor) y de la reedición de su primer libro de poemas Yo siempre regreso a los
pezones y al punto 7 del Tractatus (Alfaguara), una noticia que le ilusiona
porque en 2001, cuando se publicó por primera vez, solo se lanzaron 500 copias
de esta obra.