martes, 18 de septiembre de 2012

Botellas cuyo valor está en su historia y no en el contenido


"Aunque la calidad de una botella es muy importante, nada puede superar el valor de una gran historia". Ésta es la premisa que ha guiado al entusiasta de los licores antiguos Bay van der Bunt a atesorar todo tipo de botellas que hoy forman una colección valorada en 7,5 millones de euros, que sale a la venta.

Un portavoz de este insólito coleccionista holandés ha explicado que el afán coleccionista de Van der Bunt es un instinto que "está en su sangre": ya su abuelo contaba con centenares de botellas heredadas de su padre.

Con esos antecedentes, Van der Bunt ha dedicado gran parte de su vida a encontrar algunos de los licores más raros y especiales de la historia, a sabiendas de que lo importante no siempre es el contenido, sino la historia que hay tras la botella.

Entre las rarezas de esta colección se catalogan la última botella de coñac Brugerolle de 1795 que perteneció a Napoleón Bonaparte o el licor a base de 1.200 brandies elaborado para la boda de la reina Isabel y el rey Jorge VI de Inglaterra en 1938.

Van der Bunt, de 64 años, no tiene herederos y desea pasar sus últimos días en una pequeña casa a la que no puede trasladar su imponente colección de más de 5.000 botellas, por lo que, hasta que encuentre un aficionado a los licores antiguos que adquiera su colección al completo, ha decidido vender las botellas una a una.
Bay van der Bunt junto a su colección. OLD LIQUORS.

A través de la página web Old Liquors se pueden adquirir botellas individualmente: desde 300 euros se puede comprar alguno estos históricos licores antiguos, aunque quien quiera llevarse a casa la joya de la corona, la botella de seis litros de coñac que perteneció a Napoleón, tendrá que ahorrar un poco más: hasta 172.000 euros.

Este holandés asegura que la inversión en licores antiguos es "la mejor decisión financiera que ha tomado jamás": este tipo de destilados están elaborados con técnicas e ingredientes actualmente en desuso, que les otorgan un sabor distintivo que no se puede reproducir en la actualidad.

Por ello y porque "cada vez hay más buscadores de estos licores y menos botellas antiguas", el valor de la colección no ha hecho sino revalorizarse cada año.

Sin embargo, hay una botella que, por ilimitado que sea su valor, Van der Bunt se niega a poner a la venta: un Remy Martin de 1780 que es considerado el coñac más antiguo que se conserva y que este coleccionista heredó de su padre. Porque a veces, la historia tras la botella importa más que el contenido.