Jennifer Aniston, la popular Rachel de la serie Friends, ha pasado hoy por Madrid para presentar Sígueme el
rollo, su nueva comedia romántica, de la que ha dicho que, como la mayoría de
proyectos en los que participa, le ha hecho sentir "ilusionada y animada" como
al inicio de su carrera.
Aunque en un principio se hace la sorprendida
cuando le preguntan si le pesa la corona de reina de la comedia -"no sé si es
cierto que me etiqueten así", dice-, en seguida reconduce la pregunta para
afirmar que si tiene que llevar una corona, se pondría ésa "con mucho orgullo".
Junto a sus compañeros de rodaje, el humorista Adam Sandler y la modelo
Brooklyn Decker, Aniston ha protagonizado una rueda de prensa en la que los
entrevistados, siguiendo la estela de la película que presentaban, han optado
más por el humor que por las respuestas serias.
"No envidio ninguno de los
papeles de los actores candidatos a los Oscars", ha afirmado contundente Aniston
quien un momento antes bromeaba diciendo que le habría encantado interpretar al
rey de El discurso del Rey porque "habría sido un auténtico reto".
Ha
dicho sentirse "satisfecha" de haber madurado "como actriz y como persona" y de
haber dado el salto de los papeles de mujer soltera e independiente de sus
inicios, como el de la protagonista de Friends -"una serie que ha hecho feliz
a mucha gente"- al momento actual, cuando suele interpretar a mujeres que rozan
la cuarentena, están divorciadas o con hijos y viven en medio de una comedia
romántica con final feliz.
"Espero seguir haciendo lo que estoy haciendo
ahora hasta que sea muy, muy, muy mayor", ha confesado entre risas la actriz,
que dice que nunca ha buscado dirigir su carrera hacia la comedia o hacia el
drama, sino encontrar "cierta conexión" entre ella misma y los personajes que
interpreta.
Los enredos y equívocos dan el toque de humor a Sígueme el rollo. SONY PICTURES.
En Sígueme el rollo, Aniston da vida a Katherine, una mujer
con dos hijos que no ha vuelto a encontrar el amor tras su divorcio y trabaja
como ayudante de un cirujano plástico (Danny, interpretado por Sandler) que
finge ser un hombre infelizmente casado para conquistar a chicas jóvenes como la
inocente Palmer (Decker).
La cinta parodia los excesos de la cirugía
plástica con hilarantes y exagerados ejemplos de las secuelas de un "retoque"
que ha ido demasiado lejos, pero, sobre todo, a través del sorprendente
personaje de Nicole Kidman (Devlin Adams), incómoda amiga de los tiempos de
universidad de Katherine, que ha pasado por el quirófano para contribuir a la
fantasía de una vida perfecta.
La autoparodia de Kidman es uno de los puntos
fuertes de esta película ambientada en Hawai para propiciar la pasarela de
chicas en bikini y las bromas en el agua que tanto abundan en la filmografía de
Sandler.
Uno de los momentos más divertidos de esta comedia de enredos tiene
lugar cuando los tres personajes protagonistas (el cirujano, la jovencita novia
del cirujano y la ayudante que finge ser su ex mujer) se encuentran por primera
vez en un restaurante donde Aniston abochorna a todos haciéndose pasar por una
histriónica ricachona pasada de Martinis.
Para Sandler, la actuación de
Aniston en esta secuencia fue sorprendente porque "sabía que iba a ser graciosa,
pero nunca imaginé que sería tan buena", una interpretación que se vio
favorecida por los toques de improvisación del actor, que siempre deja algo a la
imaginación, "aunque el guión sea tan bueno como éste".
Sandler y el
director la cinta, Dennis Dugan, han colaborado ya en media docena de películas,
un tándem que ha dado como resultado otras comedias como Un papá genial o Zohan. Licencia para peinar.
Decker, conocida por sus trabajos como modelo
en la revista Sports Illustrated, debuta en la gran pantalla con este film,
una interpretación que se queda en nada al lado de las de los pequeños Griffin
Gluck y Bailee Madison, los pícaros "hijos" de Aniston que consiguen sacar
partido a las mentiras de los mayores chantajeándoles para salirse con la suya