Lo más nuevo, los grandes éxitos y los coqueteos con la música anglosajona del ex líder de Los Rodríguez tuvieron cabida en un concierto que comenzó con tres temas que en seguida animaron a los casi 1.500 espectadores que se habían congregado en la sala Troxy del este de Londres.
Los divinos, tema de apertura de su último disco, "On the rock", Jumping Jack Flash, de los Rolling Stones, y El salmón resonaron con fuerza para dar paso a más de dos horas de concierto que recordaron a los asistentes por qué el nombre de Andrés Calamaro figura desde hace treinta años entre los grandes del rock and roll.
La mezcla de estilos de su último disco se difuminó sobre el escenario, donde sólo un tango y una ranchera interrumpieron los sonidos rockeros de los músicos del argentino, una banda forjada en los directos capitaneada por Candy Caramelo y flanqueada por el batería José "Niño" Bruno y el guitarra Diego García.
Hace ya diez años que Calamaro revolucionó el panorama musical español con su disco "El Salmón", una obra monumental, ejemplo de libertad creativa, con más de cien canciones repartidas en cinco CDs.
Sin embargo, el cantante y compositor sigue hoy tan de moda como entonces a juzgar por el entusiasmo de la colonia de españoles y latinoamericanos que viven en Londres que se animaron a ver a Calamaro en directo y que aprovecharon cada pausa entre canciones para corear el nombre del artista.
Con Comida china dio comienzo la parte melódica de la actuación y, con ella, la nostalgia, los chupitos de tequila y los brindis.
"Brindemos en nombre de la Gran Bretaña, de la Commonwealth, pero envueltos simbólicamente en una bandera de España, de Venezuela, de Colombia, de Argentina... porque Londontown es la capital del rock, pero todos saben que el público caliente está en Latinoamérica", brindó Calamaro sin poder ocultar su nostalgia por las "parrillas argentinas".
La silueta de un toro Osborne presidiendo su guitarra, un peluche de un calamar junto al micrófono y una camiseta de la selección argentina con el 10 de Diego Armando Maradona fueron los objetos fetiches de un Calamaro crecido que hasta se arrancó a tocar el piano.
"La última vez que estuve en Londres fui a un concierto de Bob Dylan y me compré un pedal Colorsound Pantera Rosa para la guitarra. Esta mañana he ido a comprar otro para poder hacer 'wauwauwau' en el concierto", explicó Calamaro, que en más de una canción tiró de pedal para dejar volar el sonido de la guitarra.
En la recta final del concierto el entusiasmo de los espectadores fue tal que empezaron a subir espontáneos al escenario con objetivos variopintos.
Conseguir un autógrafo, hacerse una foto en pleno concierto con el autor de Alta suciedad, bailar junto a los guitarristas... Calamaro se lo consintió todo hasta que en la última canción, Flaca, uno de los espontáneos se puso a cantar en su micrófono.
El personal de seguridad de la sala intervino entonces para que el concierto pudiera concluir sin mayor incidente.
San Sebastián, Barcelona, Barakaldo, Madrid y Vigo son los próximos destinos de una gira que llevará a Calamaro de vuelta a Argentina y Uruguay a finales de septiembre.
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