Un precio asequible -15 céntimos de euro por 20 minutos de agua caliente- y unas instalaciones reformadas y limpias constituyen el atractivo de este servicio que según la coordinadora del centro, Inmaculada Gómez, cada vez usan más españoles que se han quedado en paro o han perdido sus casas.
La mayoría de los usuarios son hombres (un 90 por ciento) que, de forma habitual, acuden al centro para asearse porque viven en casas antiguas sin baño, comparten piso, están haciendo reformas en su casa o viven en la calle.
En la fachada blanca de este edificio de tres plantas situado en plena Glorieta de Embajadores, peces de colores y las letras de "Casa de Baños" comparten protagonismo, lo que confunde a muchos viandantes que entran pensando que se trata de una tienda de muebles de baño.
El blanco exterior plasma la claridad que impera dentro del edificio y la pulcritud de las cabinas de ducha, que son limpiadas después de casa uso y antes de ser asignadas a un nuevo bañista.
Muchos de los usuarios son personas mayores que tardan en desvestirse, así que el contador de 20 minutos de agua caliente no empieza a correr hasta que se avisa al grito de "¡Agua a la cabina seis!".
"Vengo a la desinfección", bromea Juanita, una anciana de 81 años que acude a diario a estas instalaciones porque su casa no dispone de ducha ni bañera.
"Alguna vecina que tiene ducha me dice que no venga hasta aquí, que me asee en su casa, pero yo no tengo que molestar a nadie teniendo unos baños tan hermosos como estos", explica Juanita mientras sostiene en sus manos la redecilla que se pone para ir a casa con el pelo húmedo y peinarse allí con el secador.
La instalación de secadores en una de las peticiones más frecuentes, pero, según Inmaculada, se trata de algo "inviable" ya que con la humedad de los baños se podrían producir accidentes. Jabón, toallas, cuchillas de afeitar y hasta chanclas son algunas de las solicitudes más comunes de los usuarios de este servicio que se ofrece a diario de 08.30 a 19.00 horas, y los domingos y festivos, sólo hasta las 15.00 horas.
La mañana es el momento del día con más afluencia de público. Muchas personas tienen que asearse antes de ir a trabajar y, en invierno, quienes han dormido en la calle -el 22 por ciento de los usuarios- acuden a los baños para entrar en calor con los 20 minutos de agua caliente. Según Jorge, un canario afincado en Madrid desde hace cinco años, este servicio, es un "lujazo" para los que como él no tienen domicilio fijo, pero les gusta ir aseados.
A principios del siglo XX en Madrid llegaron a existir hasta cuatro Casas de Baños públicas de las que sólo quedan la de Tetuán, en la calle Bravo Murillo, y la de Embajadores, que desde 2008 es gestionada por una empresa privada en lugar de por los trabajadores del Ayuntamiento de Madrid.
Este servicio de origen árabe ha ido evolucionando y actualmente las Casas de Baños se encargan también de atender a personas en situación de exclusión social.
La mayoría de los usuarios son hombres (un 90 por ciento) que, de forma habitual, acuden al centro para asearse porque viven en casas antiguas sin baño, comparten piso, están haciendo reformas en su casa o viven en la calle.
En la fachada blanca de este edificio de tres plantas situado en plena Glorieta de Embajadores, peces de colores y las letras de "Casa de Baños" comparten protagonismo, lo que confunde a muchos viandantes que entran pensando que se trata de una tienda de muebles de baño.
El blanco exterior plasma la claridad que impera dentro del edificio y la pulcritud de las cabinas de ducha, que son limpiadas después de casa uso y antes de ser asignadas a un nuevo bañista.
Muchos de los usuarios son personas mayores que tardan en desvestirse, así que el contador de 20 minutos de agua caliente no empieza a correr hasta que se avisa al grito de "¡Agua a la cabina seis!".
"Vengo a la desinfección", bromea Juanita, una anciana de 81 años que acude a diario a estas instalaciones porque su casa no dispone de ducha ni bañera.
"Alguna vecina que tiene ducha me dice que no venga hasta aquí, que me asee en su casa, pero yo no tengo que molestar a nadie teniendo unos baños tan hermosos como estos", explica Juanita mientras sostiene en sus manos la redecilla que se pone para ir a casa con el pelo húmedo y peinarse allí con el secador.
La instalación de secadores en una de las peticiones más frecuentes, pero, según Inmaculada, se trata de algo "inviable" ya que con la humedad de los baños se podrían producir accidentes. Jabón, toallas, cuchillas de afeitar y hasta chanclas son algunas de las solicitudes más comunes de los usuarios de este servicio que se ofrece a diario de 08.30 a 19.00 horas, y los domingos y festivos, sólo hasta las 15.00 horas.
La mañana es el momento del día con más afluencia de público. Muchas personas tienen que asearse antes de ir a trabajar y, en invierno, quienes han dormido en la calle -el 22 por ciento de los usuarios- acuden a los baños para entrar en calor con los 20 minutos de agua caliente. Según Jorge, un canario afincado en Madrid desde hace cinco años, este servicio, es un "lujazo" para los que como él no tienen domicilio fijo, pero les gusta ir aseados.
A principios del siglo XX en Madrid llegaron a existir hasta cuatro Casas de Baños públicas de las que sólo quedan la de Tetuán, en la calle Bravo Murillo, y la de Embajadores, que desde 2008 es gestionada por una empresa privada en lugar de por los trabajadores del Ayuntamiento de Madrid.
Este servicio de origen árabe ha ido evolucionando y actualmente las Casas de Baños se encargan también de atender a personas en situación de exclusión social.
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