Duffy, la veinteañera británica que saltó a la fama con canciones como Mercy, lanza hoy al mercado su nuevo álbum, Endlessly, un trabajo discográfico que ya siente como "un paso adelante" en su carrera.
Duffy tenía solo 23 años cuando consiguió que su primer trabajo, Rockeferry (2008), fuera uno de los más exitosos del año con más de 6,5 millones de copias vendidas en todo el mundo, un logro que, según ella misma reconoce, la hizo sentir que "dejaba de tener los pies sobre la tierra".
Sin embargo, lejos de conformismos, la artista galesa, poseedora de una de las voces más peculiares del panorama actual, confiesa que siempre ha visto el vaso "medio lleno".
"Pero eso no es negativo -puntualiza-, sino que me empuja a seguir buscando algo más. Siempre hay algo más que decir, algo nuevo que experimentar, algún objetivo que lograr".
Tras dos años sin grabar nuevas canciones, Aimee Anne Duffy achaca el parón discográfico a las giras, que la han mantenido ocupada durante todo este tiempo, tras el cual se ha vuelto a sentir "preparada" para "trabajar en un nuevo material".
Para su segunda aventura discográfica ha contado con la colaboración del compositor gibraltareño Albert Hammond, autor de emblemáticas canciones como When I need you, con quien la cantante sintió "una gran conexión", lo que ayudó a la preparación de la decena de canciones que forman parte de Endlessly.
"Hammond tiene más energía que cualquier persona que conozca, y eso que tiene casi 40 años más que yo", comentó Duffy, quien también disfrutó con la contribución del grupo de hip hop estadounidense The Roots a la canción Well, Well, Well, el que ya es el primer sencillo de un álbum en el que la cantante ha cambiado los sonidos soul por la música disco.
"Me gusta el hip hop, ¿por qué no incluirlo? Hay que experimentar y desarrollar nuevos sonidos. Siempre he considerado que repetirme a mí misma sería engañar, como servir dos noches seguidas la misma cena. Hay que seguir avanzando", explicó para describir este cambio de sonidos que no considera una evolución, sino un pretexto para hacer canciones más bailables.
Aunque el baile no es su fuerte -le gusta "sentir el ritmo de la música, dejarse llevar", pero no se siente cómoda con las coreografías-, la ayuda a expresarse sobre el escenario.
Precisamente este disco tiene un importante "trasfondo personal" y es un ejercicio de "valentía" que le ha permitido sentarse a solas consigo misma para expresar lo que siente.
"Una vez que escribo las canciones, cierro el libro, no miro atrás para reflexionar", dice Duffy, a quien no asustan las comparaciones con otras de las grandes voces del soul como Amy Winehouse o Dusty Springfield, porque comprende que "la gente siempre busca referentes para describir lo que está escuchando".
Depeche Mode, Joy Division y David Bowie son algunos de sus artistas favoritos, pero si disfruta con la música de alguien es con la de Édith Piaf.
"Me pongo a escuchar La vie en rose y, aunque no entiendo la letra, da igual, porque su voz es tan espléndida que basta escucharla para sentir el significado de la canción", comenta Duffy, para quien "lo que escuchamos, la ropa que llevamos y lo que hemos vivido, hacen de nosotros la persona que somos".
"Yo escucho música que sonaba 40 años antes de que naciera y visto ropa pasada de moda. No sé en qué me convierte todo esto, pero sólo así me siento yo misma", afirma.
Los ritmos funkies de Well, well, well y Keeping my baby y las baladas Endlessly y Too hurt to dance, son las grandes apuestas de un disco con el que Duffy busca "volver a conectar con el público y que las nuevas canciones se incorporen a las bandas sonoras de sus vidas" antes de plantearse volver a salir de gira.
Duffy tenía solo 23 años cuando consiguió que su primer trabajo, Rockeferry (2008), fuera uno de los más exitosos del año con más de 6,5 millones de copias vendidas en todo el mundo, un logro que, según ella misma reconoce, la hizo sentir que "dejaba de tener los pies sobre la tierra".
Sin embargo, lejos de conformismos, la artista galesa, poseedora de una de las voces más peculiares del panorama actual, confiesa que siempre ha visto el vaso "medio lleno".
"Pero eso no es negativo -puntualiza-, sino que me empuja a seguir buscando algo más. Siempre hay algo más que decir, algo nuevo que experimentar, algún objetivo que lograr".
Tras dos años sin grabar nuevas canciones, Aimee Anne Duffy achaca el parón discográfico a las giras, que la han mantenido ocupada durante todo este tiempo, tras el cual se ha vuelto a sentir "preparada" para "trabajar en un nuevo material".
Para su segunda aventura discográfica ha contado con la colaboración del compositor gibraltareño Albert Hammond, autor de emblemáticas canciones como When I need you, con quien la cantante sintió "una gran conexión", lo que ayudó a la preparación de la decena de canciones que forman parte de Endlessly.
"Hammond tiene más energía que cualquier persona que conozca, y eso que tiene casi 40 años más que yo", comentó Duffy, quien también disfrutó con la contribución del grupo de hip hop estadounidense The Roots a la canción Well, Well, Well, el que ya es el primer sencillo de un álbum en el que la cantante ha cambiado los sonidos soul por la música disco.
"Me gusta el hip hop, ¿por qué no incluirlo? Hay que experimentar y desarrollar nuevos sonidos. Siempre he considerado que repetirme a mí misma sería engañar, como servir dos noches seguidas la misma cena. Hay que seguir avanzando", explicó para describir este cambio de sonidos que no considera una evolución, sino un pretexto para hacer canciones más bailables.
Aunque el baile no es su fuerte -le gusta "sentir el ritmo de la música, dejarse llevar", pero no se siente cómoda con las coreografías-, la ayuda a expresarse sobre el escenario.
Precisamente este disco tiene un importante "trasfondo personal" y es un ejercicio de "valentía" que le ha permitido sentarse a solas consigo misma para expresar lo que siente.
"Una vez que escribo las canciones, cierro el libro, no miro atrás para reflexionar", dice Duffy, a quien no asustan las comparaciones con otras de las grandes voces del soul como Amy Winehouse o Dusty Springfield, porque comprende que "la gente siempre busca referentes para describir lo que está escuchando".
Duffy regresa al panorama discográfico fiel a su particular estilismo vintage. Duffy.
Depeche Mode, Joy Division y David Bowie son algunos de sus artistas favoritos, pero si disfruta con la música de alguien es con la de Édith Piaf.
"Me pongo a escuchar La vie en rose y, aunque no entiendo la letra, da igual, porque su voz es tan espléndida que basta escucharla para sentir el significado de la canción", comenta Duffy, para quien "lo que escuchamos, la ropa que llevamos y lo que hemos vivido, hacen de nosotros la persona que somos".
"Yo escucho música que sonaba 40 años antes de que naciera y visto ropa pasada de moda. No sé en qué me convierte todo esto, pero sólo así me siento yo misma", afirma.
Los ritmos funkies de Well, well, well y Keeping my baby y las baladas Endlessly y Too hurt to dance, son las grandes apuestas de un disco con el que Duffy busca "volver a conectar con el público y que las nuevas canciones se incorporen a las bandas sonoras de sus vidas" antes de plantearse volver a salir de gira.
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