Tras una gran reforma que ha costado tres años y 254 millones de euros (352 millones de dólares), el hotel Savoy de Londres reabre sus puertas el próximo domingo para inaugurar una nueva era de lujo sin renunciar a los estilos eduardiano y Art Decó que le dieron fama mundial.
El Savoy, primer hotel de lujo que se abrió en la capital británica, sorprendió a finales del siglo XIX por ser también el primer establecimiento hotelero de Londres con ascensores, electricidad y baños prácticamente en todas las habitaciones.
Famoso por alojar a estrellas del cine como Marilyn Monroe y Errol Flyn, en 2007 tuvo que echar el cierre por primera vez en sus 118 años de historia para iniciar un lavado de cara con una duración prevista de 17 meses y que al final se alargó más de tres años.
Con la subasta de más de 3.000 piezas de mobiliario del establecimiento, en la que se recaudaron 2,5 millones de euros (3,4 millones de dólares), el Savoy dio comienzo a una reforma destinada a devolver al hotel el lustre y el prestigio perdidos en las últimas décadas.
El arquitecto Pierre Yves Rochon ha sido el artífice del rediseño de los interiores del hotel, que cuenta en sus habitaciones con las últimas tecnologías, como espejos que se convierten en pantallas de televisión.
La remodelación del establecimiento que un día dirigiera César Ritz, el suizo fundador de la cadena de hoteles de lujo Ritz, ha costado más del doble de lo planificado -inicialmente, se calculó un presupuesto de 100 millones de libras (158,7 millones de dólares)-, y no ha estado exenta de contratiempos, tal y como ha reconocido el director general del Savoy, Kiaran MacDonald.
Cada día extra que el hotel ha permanecido cerrado, sus propietarios han dejado de ganar 500.000 libras (793.812 dólares) y en los tres años que han durado las obras, sólo 75 de los 650 de los empleados han permanecido fieles a la casa.
Sin embargo, MacDonald se muestra optimista y cree que la obra "superará las expectativas del público y hará que el Savoy recupere el lugar que le corresponde entre los grandes hoteles del mundo".
Para lograr tan ambicioso objetivo, más de un millar de artesanos y artistas han trabajado en la renovación de la decoración de un edificio en el que el estilo eduardiano, típicamente británico, comparte protagonismo con el Art Deco desde que en 1929 los directores del hotel se decantaran por esta corriente para las reparaciones tras la Primera Guerra Mundial.
Desde entonces, el imponente rótulo "Savoy" (Saboya) de acero inoxidable que corona la breve entrada de acceso al establecimiento -única vía del Reino Unido por la que los vehículos circulan por la derecha- se unió a la fachada de mármol y a la estatua de Pedro II, conde de Saboya, que construyó en ese mismo lugar su palacio, destruido en la revuelta de los campesinos en 1381.
En los últimos meses de la reforma, un telón que promocionaba el musical "Una rubia muy legal" cubría la emblemática entrada del hotel, situado entre el Strand y el Támesis, una forma de conseguir fondos adicionales para un hotel sobre el que todavía corren rumores de una posible venta.
El hotel ha cambiado cuatro veces de manos en los últimos años y tendrá que competir en su reapertura con la inauguración de un Waldorf-Astoria al oeste de Londres y de un Four Seasons cerca de Hyde Park, para conseguir atraer clientes con tarifas que no bajan de las 350 libras (555 dólares) la noche.
A su favor cuenta con 268 habitaciones -94 Art Deco y 174 de estilo eduardiano-, una suite real que cuesta 10.000 libras (15.885 dólares) la noche a cambio de dormir en una cama que costó 25.000 libras (39.714 dólares), y una piscina en la azotea, una de las pocas de esas características en Londres.
Pero sin duda, la gran baza del Savoy es su historia. El impresionista francés Monet retrató la vista del Támesis que se puede disfrutar desde algunas de sus habitaciones, y Marilyn Monroe dio allí su primera rueda de prensa en el Reino Unido.
El político Winston Churchill fue uno de sus habituales comensales durante la Segunda Guerra Mundial, y los escritores George Bernard Shaw y HG Wells formaban parte de la clientela de su American Bar.
Nada puede igualar en leyenda a un establecimiento que en la fiesta de cumpleaños del rey Eduardo VII llenó de agua el patio central para que los comensales pudieran cenar en góndolas y sentirse en la mismísima Venecia.
1 comentario:
Qué lindo podría ser conocer el hotel de lujo tras su reforma.
Este año voy a ir a uno de los hoteles baratos en Texas que son muy buenos y económicos.
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