Borja explicó que, cuando pensó en "cambiar la piel" al diván del padre del psicoanálisis, decidió pedir ayuda a los indígenas huicholes por las particularidades que les diferencian de otras tribus indígenas mexicanas.
"Son uno de los pocos grupos indígenas que apenas han sido transformados por el catolicismo y sus tejidos son distintos a los que se hacen en el resto de México", dijo Borja.
Con esta instalación, que se puede ver en el Museo de Sigmund Freud de Londres hasta el 27 de junio, el artista buscaba devolver al diván el "aire exótico" que le dieron en sus inicios los tapices persas que lo revestían y que, con el tiempo, "como nos hemos acostumbrado a verlo así, han perdido novedad", dijo Borja.
Para Borja, el diván en sí es "anodino, un mueble neutral" que Freud cubrió de "exotismo" al decorarlo con los tapices persas que le convirtieron en un icono.
"Resulta paradójico porque los pacientes acudían a la consulta del psicoanalista a hacer una introspección en su subconsciente y, en el diván, se encontraban con una asociación, con la lejanía, con algo exótico", contó el artista, que no se atrevió a decir si esa conexión con lo oriental fue algo dispuesto así deliberadamente por Freud.
El diván de Freud, cubierto con tejidos huicholes. Santiago Borja.
Borja reconoció que no le resultó fácil convencer a los indígenas huicholes para hacer el trabajo ya que tuvo que salvar problemas de comunicación -apenas hablan castellano- y diferencias culturales que les otorgan "un concepto del tiempo muy distinto al que tenemos en occidente".
Como ejemplo, Borja relató que cuando contactó con uno de los indígenas, Lencho, para encargarles la confección de los tejidos, éste le pidió que le recibiera en su casa, algo a lo que el artista accedió.
"Llegó un día y no se marchó, no nos dijo cuándo pensaba irse y al final se quedó en casa durante dos semanas", dijo Borja, para quien la experiencia fue "muy enriquecedora", porque, pese a las diferencias culturales, pudo adentrarse a fondo en las costumbres de un pueblo que vive "una realidad diferente".
La percepción de la realidad de los huicholes está mediatizada por el consumo de peyote, un cactus que tiene efectos alucinógenos y narcóticos y que les hace vivir inmersos en una especie de vigilia.
Incluso sus tejidos, la forma de escritura de este pueblo analfabeto, están influidos por el consumo de esta droga ya que en ellos incluyen dibujos de las flores del peyote y representan las visiones que les provoca esta sustancia.
Borja se mostró sorprendido por cómo incluso un pueblo al que no llegó el catolicismo y que mantiene sus costumbres ancestrales está "contaminado" por el mundo actual.
"Lencho no sabía leer y escribir, apenas hablaba castellano, pero tenía una cámara de fotos y un móvil cuyos números no sabía marcar y disfrutaba viendo los dibujos animados con mi hijo de dos años", contó Borja para quien "vivimos en un collage cultural" que ha querido evocar en este diván transformado.
El agregado cultural de la Embajada de México en el Reino Unido, Ignacio Durán, destacó el vínculo onírico que une a Freud y a los huicholes y que Borja se ha encargado de destacar.
"Borja ha traído los sueños de los huicholes a la vieja casa del hombre que interpretaba los sueños, acercando así a Freud una cultura aparentemente muy lejana a la concepción occidental que él manejaba", afirmó Durán.
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