Los restos de una esponja marina de apenas medio centímetro de ancho que vivió hace unos 650 millones de años se han convertido en el fósil animal más antiguo jamás encontrado, según publica esta semana la revista Nature Geoscience.
Un sistema de reconstrucción en 3-D permitió deducir al grupo de investigadores estadounidenses que llevaron a cabo la investigación que los fósiles presentes en una serie de pequeñas rocas halladas al sur de Australia corresponden a primitivas esponjas marinas que vivieron entre 640 y 650 millones de años atrás.
En la primera mitad de la Era Neoproterozoica (hace entre 1.000 y 542 millones de años) la Tierra vivió un periodo de gran agitación: a la fragmentación del macrocontinente conocido como Rodinia se sumaron cambios en la composición de los océanos, que pasaron de una química rica en sulfatos a una abundante en hierro, y el incremento notable de los niveles de oxígeno en la atmósfera.
Podría decirse que este periodo constituyó la revolución biológica más importante que el planeta ha vivido, ya que fue entonces cuando los seres unicelulares evolucionaron a formas más complejas y dieron lugar a los primeros organismos pluricelulares, primitivos antepasados de la fauna que pervive en la actualidad.
Pero la falta de restos fósiles impide reconstruir un mapa completo de la evolución animal durante esta etapa.
Gracias a la técnica del reloj molecular, que sirve para datar las divergencias entre especies, ya se sabía que las esponjas existían desde hace entre 850 y 635 millones de años, pero hasta ahora no se habían encontrado pruebas fósiles que lo confirmaran.
Adam Mallof, científico de la Universidad de Princeton (Estados Unidos) que lideró la investigación, explicó a través de una conferencia telefónica que el hallazgo de los fósiles resultó algo "fortuito" ya que desde hace cinco años visita Australia junto a su equipo durante dos meses al año, pero con el propósito de investigar la co-evolución de animales y clima.
Aunque la búsqueda de estos restos de esponjas no fuera su objetivo principal, Maloof reconoció que resultó "gratificante" encontrar pruebas fósiles que confirmaran lo que se había planteado gracias a los relojes moleculares: que los primeros animales aparecieron antes del periodo conocido como "Tierra Bola de Nieve", una sucesión de diez millones de años en los que el planeta vivió la etapa glaciar más larga e intensa de su Historia.
Maloof destacó que el descubrimiento "será de gran utilidad para revelar las raíces de los albores de la evolución animal".
"Hay muchos registros fósiles perdidos, sobre todo del inicio, que constituyen un gran vacío de conocimiento. Pero poco a poco, con la mejora de las tecnologías y el trabajo de la comunidad científica, cada vez tenemos más información para completar esos vacíos de pruebas y trazar el mapa de los inicios de la evolución" afirmó Maloof.
El científico apuntó a la tecnología empleada durante esta investigación como la clave para esclarecer el origen de los fósiles.
El equipo liderado por Maloof tomó instantáneas de los fósiles hallados en las rocas australianas y gracias a un novedoso programa informático consiguieron unir esas imágenes para crear modelos en 3 dimensiones en los que pudieron observar que los restos correspondían a animales con una forma irregular.
Las reconstrucciones revelaron además una serie de canales de apenas un milímetro de diámetro que recorrían el interior del animal con una estructura similar a la que forman los tejidos filtradores de las esponjas modernas, lo que permitió a los científicos concluir que los restos encontrados pertenecían a los antepasados de estos animales.
Un sistema de reconstrucción en 3-D permitió deducir al grupo de investigadores estadounidenses que llevaron a cabo la investigación que los fósiles presentes en una serie de pequeñas rocas halladas al sur de Australia corresponden a primitivas esponjas marinas que vivieron entre 640 y 650 millones de años atrás.
En la primera mitad de la Era Neoproterozoica (hace entre 1.000 y 542 millones de años) la Tierra vivió un periodo de gran agitación: a la fragmentación del macrocontinente conocido como Rodinia se sumaron cambios en la composición de los océanos, que pasaron de una química rica en sulfatos a una abundante en hierro, y el incremento notable de los niveles de oxígeno en la atmósfera.
Podría decirse que este periodo constituyó la revolución biológica más importante que el planeta ha vivido, ya que fue entonces cuando los seres unicelulares evolucionaron a formas más complejas y dieron lugar a los primeros organismos pluricelulares, primitivos antepasados de la fauna que pervive en la actualidad.
Pero la falta de restos fósiles impide reconstruir un mapa completo de la evolución animal durante esta etapa.
Gracias a la técnica del reloj molecular, que sirve para datar las divergencias entre especies, ya se sabía que las esponjas existían desde hace entre 850 y 635 millones de años, pero hasta ahora no se habían encontrado pruebas fósiles que lo confirmaran.
Adam Mallof, científico de la Universidad de Princeton (Estados Unidos) que lideró la investigación, explicó a través de una conferencia telefónica que el hallazgo de los fósiles resultó algo "fortuito" ya que desde hace cinco años visita Australia junto a su equipo durante dos meses al año, pero con el propósito de investigar la co-evolución de animales y clima.
Aunque la búsqueda de estos restos de esponjas no fuera su objetivo principal, Maloof reconoció que resultó "gratificante" encontrar pruebas fósiles que confirmaran lo que se había planteado gracias a los relojes moleculares: que los primeros animales aparecieron antes del periodo conocido como "Tierra Bola de Nieve", una sucesión de diez millones de años en los que el planeta vivió la etapa glaciar más larga e intensa de su Historia.
Maloof destacó que el descubrimiento "será de gran utilidad para revelar las raíces de los albores de la evolución animal".
"Hay muchos registros fósiles perdidos, sobre todo del inicio, que constituyen un gran vacío de conocimiento. Pero poco a poco, con la mejora de las tecnologías y el trabajo de la comunidad científica, cada vez tenemos más información para completar esos vacíos de pruebas y trazar el mapa de los inicios de la evolución" afirmó Maloof.
El científico apuntó a la tecnología empleada durante esta investigación como la clave para esclarecer el origen de los fósiles.
El equipo liderado por Maloof tomó instantáneas de los fósiles hallados en las rocas australianas y gracias a un novedoso programa informático consiguieron unir esas imágenes para crear modelos en 3 dimensiones en los que pudieron observar que los restos correspondían a animales con una forma irregular.
Las reconstrucciones revelaron además una serie de canales de apenas un milímetro de diámetro que recorrían el interior del animal con una estructura similar a la que forman los tejidos filtradores de las esponjas modernas, lo que permitió a los científicos concluir que los restos encontrados pertenecían a los antepasados de estos animales.
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