Muebles más livianos para pantallas más finas, elementos naturales para mitigar
tanta funcionalidad tecnológica y espacios despejados para disfrutar en familia
del ocio digital son claves en el rediseño de los hogares para adaptarse a la
progresiva invasión tecnológica.
Los televisores de tubo, que exigían un
amplio espacio, han dado paso a pequeñas pantallas que hasta se pueden colgar en
la pared; la nueva generación de videoconsolas invitan a moverse y desplazarse
para jugar y la acumulación de reproductores de todo tipo, generan una
acumulación de cables que piden a gritos una solución estética.
La
interiorista Lisa Roberts ha explicado a que la televisión se ha convertido
"en el centro de la vida" familiar, lo que hace que "el cuarto de estar pase a
ser un salón social en el que se usan muebles más cómodos, como sofás de tipo
'chaise long', y desaparece la mesita central de café para dejar un espacio
donde disfrutar de los sistemas de juego que reconocen el movimiento".
Para
Roberts, tener en el salón una gran pantalla de televisión ya no es sinónimo de
mal gusto porque "las macizas monstruosidades" que presidieron durante décadas
los salones, poco a poco van dando paso a pantallas más ligeras.
Pero no
necesariamente más pequeñas porque "cuanto mayor sea la pantalla, más gente
querrá visitar tu casa" para disfrutar de una sesión de cine o de juegos.
Las firmas tecnológicas son conscientes de que los hogares son cada vez más
pequeños y a veces no cuentan con espacio suficiente para grandes pantallas, una
situación que Sony ha abordado en colaboración con expertos en diseño de
interiores como Roberts.
Lisa Roberts calcula el tamaño idóneo de televisor para un salón. SONY.
El resultado es una herramienta de realidad virtual
que permite "visualizar" los distintos formatos de pantalla en el lugar en el
que van a estar antes de decidir la compra o la posición definitiva de la
televisión.
Colocada en su sitio la tele, hay que abordar el problema de los
cables. Dobles panelados tras los muebles para esconderlos, la posibilidad de
integrar el cableado de elementos como los altavoces dentro de la pared y el uso
del wifi son algunas de las propuestas de Roberts para no romper con la estética
del entorno.
Aunque no cree que libros y discos vayan a desaparecer de las
estanterías porque "las personas tenemos una naturaleza nostálgica, nos gusta
tener nuestras pertenencias a la vista", considera que, "como ha ocurrido como
la música", que se han reducido el número de copias, habrá que ver qué pasa con
los libros editados en papel.
"No creo que la cada vez mayor presencia de
dispositivos tecnológicos en el hogar vaya a significar la desaparición de los
elementos decorativos y los objetos personales: simplemente hay que repensar su
ubicación ahora que no podemos ponerlos sobre la tele", comenta.
Roberts
comparte la opinión de que lo práctico no está reñido con lo decorativo con
Cristina Bosch, responsable de proyectos del departamento de decoración de IKEA
en España, quien cree que la alta presencia de elementos tecnológicos en el
hogar lleva aparejada "una vuelta a la naturaleza: necesitamos elementos
orgánicos, plantas, para suavizar la decoración".
Los diseñadores de muebles
tienen que actuar "muy rápido para adaptarse a las necesidades que se van
generando, como la problemática de los cables" lo que lleva a adaptar diseños
como el de los muebles del salón "que ahora son más livianos y estructurales y
no necesitan tanta altura", explica Bosch.
Lo que permanece inalterable,
según Bosch, es la "parte romántica del mobiliario", porque los muebles, y lo
que hay en ellos, "dicen mucho de nosotros".
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