miércoles, 20 de abril de 2011

"Cuba a cámara lenta", crónica viajera alejada del turismo y del mojito


El periodista y escritor César G. Calero sorprende con Cuba a cámara lenta (RBA), un cuaderno de viajes sobre la isla caribeña "alejado de los discursos oficiales y de los tópicos del mojito y el turismo tradicional", según el propio autor. 


"Caribe y Cuba laten a un ritmo muy lento", explica Calero en una entrevista donde afirma que "hay que acercarse de una manera sosegada a la isla para escribir sobre ella". 


Cinco años, los mismos que pasó en Cuba trabajando como corresponsal para diferentes medios (de 2003 a 2008), le sirvieron a Calero para gestar esta particular visión de un país al que la literatura suele acercarse desde la perspectiva política y de la revolución. 

Para el autor, Cuba "no puede entenderse sin la revolución desde hace medio siglo". Pero su libro no la aborda directamente, sino que se centra en la vida cotidiana de sus habitantes y personajes, algunos, testigos directos de ese momento histórico como Pedro Ortiz Machado, octogenario habitante del pueblo Macondo que combatió junto a Fidel Castro en Sierra Maestra. 

Otros, por el contrario, manifiestan en el libro su percepción desfavorable del régimen, "como los jóvenes poetas de Alamar, una especie de ciudad dormitorio a las afueras de La Habana donde se mezclan corrientes contraculturales y alternativas de quienes disienten de las políticas que se emprendieron en Cuba en los últimos años". 

Son todos personajes anónimos, "vidas exageradas las que uno encuentra en Cuba", que narran historias reales "que superan la ficción, como se suele decir", apostilla Calero antes de relatar la aventura de los "camionautas" que trataron de cruzar el estrecho de 90 millas que separa Cuba de la Florida a bordo de un camión de los años 50 reconvertido en barco. 
Portada del libro. RBA.

Para Calero, "el mejor acercamiento a la isla es darse un paseo de punta a punta por el malecón para encontrarse con un montón de personajes estrambóticos y muy interesantes".  
Precisamente allí conoció a Rigoberto Torres Díaz, uno de sus personajes favoritos, "viejo vendedor de sedales que planta a diario su chiringuito en la bahía habanera", a quien Calero trató mucho para acercarse a todas las historias que tenía que contar. 

"Si uno tira del hilo y siente curiosidad, salen auténticas novelas reales de lo que te cuenta cada personaje", sostiene el periodista que además de utilizar las voces de quienes viven en la isla recoge en esta obra citas de poetas y cineastas que han hablado sobre ella. 

En el libro, a caballo entre la crónica narrativa y la literatura de viajes, "dos géneros fronterizos a los que he intentado rendir tributo", dice, la arquitectura aparece reflejada casi como si de otro personaje se tratara. 

"En Cuba es fácil ver edificios en obras que no sabes si están en construcción o en demolición. Parece que están a punto de desmoronarse, pero día a día se mantienen, igual que el sistema, que lleva años aguantando así, apuntalado", explica Calero. 

Según el escritor "hasta que no desaparezca esa generación histórica, hasta que no vayan muriendo los veteranos de Sierra Maestra, con Fidel a la cabeza, no se van a percibir grandes cambios en la Isla, donde todo ocurre a cámara lenta, de manera muy pausada". 

Con este libro (Premio Eurostars Hotel de Narrativa de Viajes 2010), el periodista no sólo ha conseguido recopilar "todas esas crónicas que un corresponsal puede vivir y para las que no son suficientes 100 líneas de un periódico", sino que ha logrado mostrar la "cara B" de un vinilo con una "cara A" en la que sólo hay hueco para la política.

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